Teoría de Elección Pública

Esta teoría trata de establecer una relación real entre la economía y la política, utilizando de intermediario el Estado. De esta manera, se tratan de determinar las voluntades individuales para, posteriormente, conocer los factores que incitan al Estado a elegir entre unas opciones u otras. Observamos, según el profesor James M. Buchanan, que la elección pública posee dos partes fundamentales, la de la ciencia política positiva, y la de la economía política constitucional.

A raíz del interés sobre los mecanismos que influyen en las elecciones estatales, con lo que a los factores refiere, surgió en varios autores la inquietud por el estudio de los mismos. Algunos claros ejemplos son apreciables en autores como Duncan Black, con el interés hacia el mecanismo que establecía las reglas de votación por mayoría en el escenario de pequeños comités. También en Kennet Arrow, quien se preguntó la respuesta a la pregunta: “¿es posible agregar ordenaciones individuales diferentes respecto a estados sociales de tal manera que se genere una ordenación “social” que satisfaga condiciones razonables respecto a la racionalidad, que sean similares a las que caracterizan las ordenaciones individuales?” (Buchanan: 2005, 5).

Tras el riguroso estudio de los componentes que la forman, y que próximamente veremos, numerosos autores, tras la realización de varios trabajos magistrales como: La “Teoría del Votante Mediano” planteada por Duncan Black en 1948; “La Elección Social y los
Valores Individuales” de Arrow en 1950; “La Teoría Económica de la Democracia” de Anthony Downs en 1957; “El Calculo del
Consenso” de Buchanan y Tullock en 1962; y “La Lógica de la Acción Colectiva” de Mancur Olson en 1965 (Rowley y Schneider, 2004:3-
5) han conformado la teoría sobre la elección pública que hoy conocemos.

Existen diferentes elementos metodológicos que la componen: a) el supuesto del individualismo metodológico, alternativo al colectivismo u holismo sociológico; b) la consideración de seres humanos dotados de una racionalidad meramente instrumental o deliberativa; c) las acciones egoístas o auto-interesadas de los agentes políticos; y d) una extensa aplicación de las consecuencias no intencionadas de las acciones humanas, ajena a los esquemas armónicos de otros enfoques (Colomer 1991: 11-18).

a) El individualismo metodológico: las decisiones individuales atraen y explican en muchas ocasiones los hechos colectivos. Esto dota de toda la responsabilidad de los hechos colectivos a los actores individuales, ya que se toma “a los individuos como únicos responsables de determinación de la acción del grupo así como de la acción privada” (Buchanan y Tullock 1993:22).

b) La racionalidad humana instrumental o deliberativa: los seres humanos calculan los resultados que terminan sus pautas de comportamiento con el fin de maximizar la utilidad de sus hechos. “La teoría de la elección racional reconoce que los seres humanos enfrentan una motivación básica orientada a la consecución del interés propio, tomando decisiones de forma coherente con los fines que pretenden alcanzar” (López, 2011).

c) Las acciones egoístas o auto-interesadas: es el principal motor de movimiento de toda acción individual, estas acciones nacen de la más profunda subjetividad humana, y atienden al abanico de posibilidades que entra en consideración del sujeto en cuestión.

d) Las consecuencias no intencionadas de las acciones humanas: en este caso se trata del supuesto contradictorio de que los resultados obtenidos a partir de la acción colectiva, formada por las acciones individuales de cada uno de los sujetos, se vean influidos por actores externos que cambien por completo el sentido de los objetivos. Asimismo, la incoherencia de los resultados también puede provenir del fallo en los cálculos de las acciones individuales. 1

El objetivo último de la elección pública es la cobertura de aquellos programas y políticas públicas sugeridas, en los límites espacio- temporales definidos, y obteniendo la mayor optimización de la rentabilidad político-electoral posible. Desde esta posición, las instituciones pueden ser percibidas como estructuras de control sobre la elección racional, y desde el punto de vista gubernamental, buscando sus objetivos más egoístas con vistas a mantenerse en el poder (mediante la reelección, por ejemplo) y, al mismo tiempo, logrando el bienestar social.

BIBLIOGRAFÍA:

Buchanan, James M. (2005): “Elección pública: génesis y desarrollo de un programa de investigación” Center for Study of Public Choice, George Mason University. Revista asturiana de economía (33), pp. (203-206)

Buchanan, J. M. Y Tullock (1993). El Cálculo del Consenso, fundamentos lógicos de la democracia constitucional. Obras Maestras del Pensamiento Contemporáneo. Planeta- Agostini. España.

López Sandoval, Ignacio M. (2011): “La interacción entre la racionalidad y las instituciones: ¿cuál es la fuente del cambio político?” Revista Economía Informa, publicación bimestral de la Facultad de Economía, UNAM. No. 370, septiembre-octubre. D.F, México.

1López Sandoval, Ignacio M. (2016): “Elección pública y análisis institucional de la acción gubernamental”, Economía Informa, 396, pp. 50-53.

Autora: María del Río Vivanco

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