Democracia cristiana

La democracia cristiana es una doctrina política, surgida en la segunda mitad del siglo XIX en Europa, que se articula en base a los principios recogidos en la encíclica del papa León XIII Rerum Novarum: dignidad de la persona, subsidiariedad, solidaridad y defensa de la economía de mercado desde una ética social.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los partidos democristianos alcanzaron gran popularidad en casi toda Europa occidental y en gran parte de América Latina.

Tabla de contenidos
1. Historia.
2. Fundamentos ideológicos.
3. Principales partidos democristianos:
3.1. Europa.
3.1.1. Alemania.
3.1.2. Italia.
3.1.3. Bélgica.
3.2.América Latina.
3.2.1. Chile.
3.2.2. México.

1. HISTORIA.

El origen de la democracia cristiana podemos encontrarlo en la Revolución industrial y en el nacimiento del movimiento obrero. Como respuesta a las malas condiciones de vida de los trabajadores, surgieron grupos que promovían el llamado “catolicismo social” y el sindicalismo cristiano. Se configuraron como la alternativa al socialismo, por entender que su principal aspiración era sustituir a Dios por el Estado, y al liberalismo, al considerarlo inmoral por primar la economía sobre las personas (Vallespín Ona, 1987).

En un primer momento, no contaron con el respaldo del Vaticano, hasta el papado de León XIII. En su encíclica Rerum Novarum (1891) denuncia la situación de los obreros y señala la necesidad de que, en lugar de fomentar el no intervencionismo del Estado en el mercado, el Estado debía buscar el bien común, por medio de la distribución de la riqueza, al tiempo que protegía la propiedad privada.

Posteriormente, en 1896, tuvo lugar en Francia el primer Congreso Nacional de la Democracia Cristiana, en el que se fundó el Partido Demócrata Cristiano, el cual apenas gozó de popularidad (Maier, 2019). Asimismo, en algunos países europeos, como Bélgica, Alemania o Austria, se habían creado años antes círculos de estudios que pretendían desarrollar las nociones planteadas en las encíclicas, y que en ciertos casos, llegaron a asemejarse a partidos políticos (Grabow, 2010). Sin embargo, este tipo de organizaciones chocaron especialmente con los partidos cristianos conservadores y tradicionalistas. Ante esta situación, en 1901, con la encíclica Graves de Communi, León XIII despolitizó el concepto de democracia cristiana y lo devolvió al ámbito social, al definirla como toda “acción benéfica cristiana en favor del pueblo”.

Después de la Primera Guerra Mundial, el papa Benedicto XV permitió la participación de los católicos en la vida política, lo que propició la fundación del Partido Popular Italiano, que llegó a ser el segundo partido más votado de Italia.

Tras la Segunda Guerra Mundial, los partidos democristianos alcanzaron gran popularidad en casi toda Europa, sobre todo en Italia, Alemania Occidental y Bélgica. Su éxito en esa época se explica por su condición de reformistas sociales, ya que participaban en el consenso keynesiano; su defensa de la familia, vital en un contexto posbélico, y por no haber colaborado con el nazismo, al contrario que los partidos más conservadores.

A partir del Concilio Vaticano II, la mayoría de los partidos demócrata-cristianos abandonaron gran parte de su discurso social y buscaron maximizar sus votos, incidiendo más en sus propuestas económicas y apelando al electorado conservador no religioso y al protestante (Vallespín Ona, 1987). Esta transformación culminó en la década de 1980, cuando estos partidos integraron totalmente el neoliberalismo en su programa.

2. FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS

Debido a sus orígenes religiosos, la democracia cristiana entiende la libertad desde la perspectiva de la dignidad humana, en tanto que la persona tiene una doble dimensión: como individuo con capacidad jurídica y titular de derechos fundamentales y como ser social que solo puede desarrollarse plenamente en comunidad. Por esta razón, el pensamiento democristiano del siglo XIX rechazaba el individualismo, propugnado por el liberalismo, y el colectivismo, defendido por el socialismo (Clemens, 2013). En este sentido, “la doble naturaleza, social y religiosa del ser humano, y la necesidad de que la organización política sepa integrar este hecho en sus políticas dirigidas al bien común, constituyen el núcleo de esta ideología” (Vallespín Ona, 1987: 427).
El Estado, entonces, bajo la perspectiva democristiana, debe tener un papel secundario, en tanto que las “unidades primarias” que conforman la sociedad tienen la responsabilidad moral y social de ayudar solidariamente a los que se encuentren en una situación de desventaja socioeconómica como consecuencia del funcionamiento del mercado. Estas unidades son, principalmente, la familia, pero también las parroquias, las comunidades de base, las organizaciones caritativas, los sindicatos cristianos, etc. (Clemens, 2013).

De modo que, en base al principio de subsidiariedad, cuando estas unidades resultan insuficientes y el mercado “es incapaz de proveer bienestar a todos los miembros de la sociedad, […] la intervención del Estado se presenta como necesaria para asistir a aquellos agentes económicos que el libre mercado ha marginado, […] con el objetivo de darles una ayuda para reinsertarlos en la dinámica del mercado” (Gómez Peralta, 2012: 127). Es por ello que el Estado debe plantear una economía social de mercado, que garantice la competitividad y la productividad, al tiempo que disminuye las desigualdades sociales, para que toda la sociedad pueda beneficiarse de la economía capitalista. Por tanto, “la democracia cristiana busca compensar la desigualdad social y promueve políticas de reforma social, de difusión de la propiedad privada; la participación en los beneficios empresariales; políticas intervencionistas, asistenciales para distribuir la renta" (Maza Moreno, 2012: 302).

Sin embargo, a partir de los 80, con el auge del neoliberalismo y la creciente secularización de la sociedad, los partidos democristianos modificaron sus propuestas para aumentar su base electoral. Desde entonces, los partidos democristianos han sufrido una importante transformación ideológica. Así, algunos autores, como Seeleib-Kaiser (2008), entienden que dentro de la democracia cristiana se produjo una evolución hacia un nuevo Estado del bienestar liberal comunitario, que combinaba la defensa del libremercado con la idea de responsabilidad individual.
Asimismo, se plantea, desde estos partidos, que las políticas sociales deben estar subordinadas al impacto que estas pueden tener en la economía y se priman las medidas de austeridad, consagrándose entonces el abandono de la cuestión social que anteriormente había caracterizado al pensamiento democristiano. De este modo, en las últimas décadas, se ha visto un mayor acercamiento de la democracia cristiana a la ideología liberal-conservadora (Clemens, 2013).

3. PRINCIPALES PARTIDOS DEMOCRISTIANOS

3.1. Europa

3.1.1. Alemania

La democracia cristiana ha gobernado siempre en Alemania, a excepción de la etapa social-liberal de 1969 a 1982 y de los Gobiernos socialdemócratas de 1998 a 2005. Está representada por la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) y por la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU).

En sus inicios, después de la Segunda Guerra Mundial, la CDU se caracterizaba por su defensa de la economía social de mercado, siguiendo el modelo de Ludwig Erhard, y de los valores humanistas. El rasgo más definitorio de este partido político es su carácter pluriconfesional y descentralizado, en tanto que busca reunir a votantes católicos y protestantes. Progresivamente, al igual que el resto de partidos democristianos, aunque en mayor medida, ha sustituido parte de su discurso socialcristiano por un discurso neoliberal. En la actualidad, ha hecho menos énfasis en su carácter confesional, aunque mantiene su herencia cristiana, al mismo tiempo que se ha presentado como un partido transversal y pragmático, apelando así tanto al electorado cristiano como al conservador y liberal no religioso.

En cuanto a la CSU, este partido es el equivalente en Baviera a la CDU. Y aunque son partidos independientes, en las elecciones federales siempre concurren conjuntamente. Si bien es cierto que se pueden apreciar ciertas diferencias entre la CDU y la CSU en algunos aspectos, sobre todo por una mayor tendencia hacia el conservadurismo en este último.

3.1.2. Italia

La democracia cristiana, representada por el partido Democracia Cristiana (DC), sucesor del Partido Popular Italiano, ha tenido especial preeminencia en Italia, dado que gobernó de forma casi ininterrumpida desde 1945 hasta los últimos años del siglo XX, hasta el punto que algunos autores señalan que llegó a configurarse como “partido-régimen” o “partido-Estado” (Ruiz de Azúa Antón, 2011). Después de su disolución en 1994, se fundaron distintos partidos que se presentaban como sus sucesores, como Centro Cristiano Democrático, el Partido Popular Italiano o Unión de Centro, etc., pero ninguno ha vuelto a gozar de la hegemonía que tuvo la DC. En la actualidad, la democracia cristiana solo cuenta con representación parlamentaria dentro de la coalición Nosotros con Italia.

Durante la reconstrucción de posguerra, al igual que otros partidos democristianos, participó en el consenso keynesiano y privilegió su discurso interclasista. Pero a diferencia de otras fuerzas democristianas, la DC tenía mayores lazos con la Iglesia católica, razón por la cual primaban, en muchas ocasiones, por encima de otras cuestiones, los valores religiosos tradicionales. Finalmente, las numerosas corrientes internas del partido y su incapacidad de adaptación acabaron desgastándolo (Maza Moreno, 2012).

3.1.3. Bélgica

Bélgica tiene una amplia tradición democristiana, tanto a nivel de partidos, como de sindicatos. Después de la Segunda Guerra Mundial, se fundó el Partido Social Cristiano (PSC), heredero del Partido Católico. El PSC se diferenciaba de la mayoría de los partidos democristianos de su época en su mayor inclinación hacia el humanismo y el personalismo comunitario de Maritain, por lo que rechazaba más abiertamente el capitalismo liberal que otros partidos democristianos. A partir de la crisis lingüística de Lovaina, el PSC se dividió en el partido Cristiano-Demócrata y Flamenco (CD&V) y en Centro Democrático Humanista (CDH).

El CD&V, al igual que otros partidos democristianos, ha sufrido un proceso de desideologización y se ha acercado progresivamente a posturas neoliberales. Mientras que, por otro lado, el CDH sigue manteniendo en gran parte sus postulados sociales y ha reducido su carácter confesional, centrándose en su aspecto “humanista democrático”.

Asimismo, unidos a los partidos democristianos, en Bélgica ha destacado el fuerte sindicalismo católico, debido al alto grado de religiosidad de la sociedad belga. De este modo, vemos que uno de los sindicatos mayoritarios es la Confederación de Sindicatos Cristianos.

3.2. América Latina

3.2.1. Chile

Durante los años 30, comenzaron a formarse en Chile asociaciones de jóvenes católicos, que veían en la democracia cristiana una alternativa al comunismo y al conservadurismo tradicional. Así, se crean partidos cercanos a la democracia cristiana como escisión de otros partidos tradicionales, como es el caso del Partido Conservador Social Cristiano, o partidos preexistentes se refundan y se acercan a los postulados democristianos, como la Falange Nacional, que dieron lugar en 1957 al Partido Demócrata Cristiano (PDC).

En este sentido, el PDC fue evolucionando gradualmente, alejándose de su origen conservador, lo que contribuyó a que se convirtiera en uno de los partidos dominantes, debido a su carácter interclasista (para algunos autores, populista), pues sus ideas tuvieron buena acogida durante el desarrollismo por parte de “las burguesías nacionales, interesadas en la industrialización sustitutiva de importaciones y en la clase obrera en expansión, preocupada de obtener mayor participación en la distribución de los frutos del progreso económico y mayor influencia política, así como en sectores campesinos a los que se les ofrecía un programa moderado de reforma agraria” (Almeyda, 1986: 144).

Sin embargo, a partir de los 70, con la victoria de Allende y, posteriormente, con la dictadura de Pinochet, el partido sufrió importantes tensiones internas de índole política. Si bien a partir de los 90, estas controversias se resolvieron y se unieron en coalición a partidos socialdemócratas y socialistas en la Concertación de Partidos por la Democracia.

3.2.2. México

La democracia cristiana en México ha estado representada desde 1939 por el Partido Acción Nacional (PAN). Surgió como oposición al proyecto de Lázaro Cárdenas, pero no obtuvo relativo protagonismo hasta los 80. Desde entonces, fue siempre el segundo partido más votado después del PRI. Hasta que en las elecciones de 2000, se convierte en el partido mayoritario, bajo el liderazgo de Vicente Fox.

A pesar de que se han definido históricamente como democristianos y defensores de los valores humanistas (de hecho, pertenecen a la Organización Demócrata Cristiana de América), muchos autores lo han encuadrado dentro del conservadurismo liberal. Esto se ha debido principalmente a su programa económico, que privilegia la libertad de empresa, la privatización y la competitividad; y a sus posicionamientos sobre temas como el aborto o el matrimonio igualitario.

4. VEÁSE TAMBIÉN

- Conservadurismo.
- Doctrina social de la Iglesia.
- Economía social de mercado.
- Humanismo cristiano.
- Neoliberalismo.
- Personalismo comunitario.
- Principio de subsidiariedad.
- Socialcristianismo.

5. REFERENCIAS

Almeyda, C. (1986): “La democracia cristiana en América Latina”, Nueva Sociedad, núm. 82, pp. 139-149. En: https://bit.ly/3cOJQE5 [Consultado en: 15 de mayo de 2020].
Clemens, C.M. (2013): “Beyond Christian Democracy? Welfare State Politics and Policy in a Changing CDU”, German Politics, vol. 22 (núm. 1-2), pp. 191-211. En: https://bit.ly/3dRyYFx [Consultado en: 14 de mayo de 2020].
Gómez Peralta, H. (2012): “Precisiones conceptuales sobre la democracia cristiana y el neo-liberalismo”, Estudios Políticos, núm. 27, pp. 121-133. En: https://bit.ly/2T96Vt2 [Consultado en: 14 de mayo de 2020].
Grabow, K. (Ed.) (2010): “Christian Democracy: Principles and Policy-Making”, Konrad Adenauer Stiftung. En: https://bit.ly/2T5if9P [Consultado en: 10 de mayo de 2020].
Maier, H. (2019): “El verdadero origen de la Democracia Cristiana”, Política. Revista de Ciencia Política, núm. 14, pp. 189-226. En: https://bit.ly/2Z4uG9G [Consultado en: 10 de mayo de 2020].
Maza Moreno, C. (2012): “La diversidad de los partidos democratacristianos en Italia (DC) y Alemania (CDU) en la época de crisis. Década de los noventa”, Revista de El Colegio de San Luis, vol. II (núm. 3), pp. 298-322. En: https://bit.ly/2WzAXbF [Consultado en: 15 de mayo de 2020].
Ruiz de Azúa Antón, M.A. (2011): “El sistema político de Italia”, en Chávarri Sidera, P. e I. Delgado Sotillos (Coords.). Sistemas políticos contemporáneos. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Seeleib-Kaiser, M.; S. van Dyk, y M. Roggenkamp (2008). Party Politics and Social Welfare. Comparing Christian and Social Democracy in Austria, Germany and the Netherlands. Cheltenham: Edward Elgar Publishing Ltd.
Vallespín Ona, F. (1987). “Ideologías políticas contemporáneas (2)”, en García Cotarelo, R. y J.L. Paniagua Soto (Comps.). Introducción a la ciencia política. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Autores:

Carmen Fuentes Albentosa
Xia Zhou Wu

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