Clientelismo Político

El término clientelismo viene de la palabra « cliente » del latín « cliens », « cluere » que significa « acatar », « obedecer ». Etimológicamente, el clientelismo es la acción, la actitud, el 1 compartimento del cliente. El clientelismo no sólo pertenece al ámbito político, también puede ser relacionado con cualquier ámbito social: el ámbito deportivo, artístico, universitario… El concepto ha sido estudiado desde diferentes perspectivas de las ciencias sociales: la sociología, la antropología, la ciencia política…

El clientelismo político, se entiende como « aquellas relaciones informales de intercambio recíproco y mutuamente benéfico de favores entre dos sujetos, basadas en una amistad instrumental, desigualdad, diferencia de poder y control de recursos, en las que existe un patrón y un cliente. El patrón proporciona bienes materiales, protección o acceso a recursos diversos, y el cliente ofrece a cambios servicios personales, lealtad, apoyo político o votos » (Audelo Cruz Jorge M., 2004: 127).

En efecto, el clientelismo político es un sistema de relaciones, de comportamientos, de prácticas (una institución social) que se establece entre individuos, grupos de individuos diferentemente dotados de poder, gozando de posiciones sociales diferentes. De hecho, es una relación de desigualdad, asimétrica, en el sentido de una detención diferenciada de poder. Esta relación de desigualdad induce una relación de dominación entre el « patrón » y el « cliente ». J. F. Médard resume esta relación como « una relación de intercambio social entre desiguales ».

Es una práctica informal, no regulada legalmente. Se trata de una relación recíproca y voluntaria entre dos partes que supone un intercambio de un don (material o no), de un servicio, en definitiva, de un privilegio, de un favor; a cambio de un vínculo de lealtad, de fidelidad, de complicidad. Es una relación de búsqueda mutua de intereses.

No obstante, el clientelismo político no debe restringirse al proceso electoral, en el cual un hipotético candidato (patrón) intentaría obtener el voto de uno o de varios ciudadanos (clientes) a cambio de favores (bienes materiales, servicios, ventajas…). Abarca también por ejemplo las relaciones entre el ámbito político y económico, como el otorgamiento de mercados públicos a una empresa particular, en contrapartida de dinero, de apoyo al gobierno… Buscando apoyo social, buscando influencia, el clientelismo político puede ser a veces una forma de legitimación del poder.

Cabe destacar que el clientelismo político, su percepción y su aceptación, varían en función del contexto histórico, del ámbito territorial, del marco institucional, jurídico, de la posición social de los individuos … Permite plantear el carácter relativo del clientelismo político.

Contenido:

1. Origen y evolución del concepto de clientelismo político
2. El clientelismo político en la actualidad
3. Clientelismo y democracia
4. En la encrucijada de los conceptos
5. Véase también
6. Bibliografía

1. Origen y evolución del concepto de clientelismo político:

El concepto de clientelismo político ha sufrido muchas evoluciones, muchas acepciones.

Se destaca uno de los primeros relatos sobre la relación de clientelismo, en la Roma Antigua. Sin embargo, Roma no es la única fuente originaria de este tipo de relación social, porque ya se encontraba esta forma en la Grecia Antigua, pero también en la sociedad etrusca. En efecto, en la Roma Antigua, el clientelismo desempeñaba entonces un rol muy importante y dominaba la vida social. Existían relaciones de servicios mutuos entre dos personas o dos grupos de personas que ocupaban una posición social diferente, entre un patrón (patronus), que ocupaba un rango social superior y un cliente con una posición social inferior a la del patrón. Una relación de clientelismo implicaba obligaciones mutuas. El patrón solía ofrecer protección al cliente, y a cambio de la lealtad del cliente. El vínculo recíproco que unía el cliente al patrón se llamaba « fides » que significa confianza mutua, compartida y lealtad . 2

Cabe señalar la alta consideración en la Roma Antigua de esta relación de clientelismo. Esta relación de patrón-cliente estaba presente en varios aspectos de la vida social, por ejemplo existían relaciones de este tipo entre el conquistador, el fundador de una nueva colonia romana y los conquistados, pero también entre los generales romanos y los campesinos libres que componían el ejército. Las relaciones de clientelismo empezaron a declinar a partir del siglo II antes de Cristo en la vida social romana.

En el feudalismo, los señores eran dueños de sus feudos, de sus tierras, no existía una diferenciación entre el ámbito privado y el ámbito público. El feudalismo incluía relaciones de vasallaje y de servidumbre, que se pueden comparar con relaciones de clientelismo político organizado, institucionalizado. En lo que concierne las relaciones de servidumbre, el señor permitía a los siervos que cultivasen sus tierras a cambio de una protección, los siervos debían respetar un vínculo de lealtad, y pagar rentas, impuestos (el diezmo, la talla…). Las relaciones de vasallaje significaban una lealtad del vasallo al señor, o al Rey, el vasallo debía « auxilium y consilium », es decir ayuda y consejo. En contrapartida, el Señora daba tierras, feudo, armamento a su vasallo. Estas relaciones que se pueden relacionar con formas de clientelismo político, eran ritualizadas, institucionalizadas, con ceremonias tal que el espaldarazo.

A lo largo del siglo XIX, en España, especialmente bajo la Restauración borbónica (1874-1931) y en algunos países América Latina, el clientelismo político tomó una forma particular, llamada caciquismo. La Real Academia Española define el caciquismo como un « sistema político basado en la dominación o influencia del cacique ». El cacique, líder local imponía una dominación especialmente en los espacios rurales, en el mundo agrícola. Los caciques, a menudo personas con un cierto poder económico, daban consignas de voto en su área de influencia, se establecían relaciones clientelares. En contrapartida, el cacique podía proporcionar algunos servicios personales o al nivel de la comunidad. Incluso, podía ir hasta la intimidación, y el uso de la violencia.

Hoy, el clientelismo político suele suscitar desconfianza. Veamos algunos casos concretos en la actualidad.

2. El clientelismo político en la actualidad:

El clientelismo político moderno suele prevalecer en sociedades pobres, en desarrollo. José Cazorla señala que la pobreza, el analfabetismo, el aislamiento han jugado un rol importante en la implantación del clientelismo (Cazorla, 1992: 5). En efecto, el grado de desarrollo económico ha sido para muchos autores el factor explicativo clave para dar cuenta del efecto sostenido del juego clientelar. En casos de pobreza, los notables locales, los « patrones » suelen distribuir comida, medicamentos, vacunas, productos sanitarios a sus votantes potenciales. Siendo este factor, la pobreza, la que diferencia el clientelismo de América Latina, de África del clientelismo europeo. Los “clientes”, como sujetos políticos, en situaciones de precariedad se vinculan a redes políticas.

No obstante, autores como Kitschelt y Wilkinson, afirman que el clientelismo sigue funcionando y en ocasiones, expandiéndose, no sólo en las nuevas democracias de América Latina, en la Europa post-comunista, en el sur y sureste de Asia, en algunas partes de África, sino también en muchas democracias bien establecidas, como Italia, Austria y Japón.

Parece evidente que el clientelismo pueda influenciar en los procesos democráticos de forma negativa, sin embargo hay autores que defienden que también puede “acompañarlos y/o complementarlos” (Hilgers, 2012: 4), al proveer a los clientes de “protección limitada, progreso y representación política” (Shefner, 2012: 46). Así algunos ven el clientelismo político como la única manera que tiene el ciudadano para relacionarse y vincularse con la política en ocasiones, este caso es muy habitual en América Latina. Actualmente en la región latinoamericana, el clientelismo estructura la mayoría de las interacciones político-partidista. E. Arriagada menciona que el clientelismo político está presente en Chile, en particular en la ciudad de Santiago de Chile, y que no se reduce a los momentos de las campañas electorales. « Se inserta tempranamente como una manera de asegurar la articulación entre los sectores populares y la oligarquía, a través de la clase media (Barozet 2004) ». Además afirma que es una práctica arraigada en el cotidiano de algunas personas, lo que destaca su fuerte anclaje en el tejido social.

3. Clientelismo y democracia:

En las últimas décadas, podemos contemplar un nuevo interés por los estudios sobre el clientelismo político y, especialmente, sobre sus efectos sobre la democracia. Y es que, cuando se vincula clientelismo con democracia, suele percibirse a este primero como una práctica negativa , sinónima en las representaciones mentales de los ciudadanos, de corrupción política, nepotismo y abuso de poder, y en contraposición de la transparencia, estado de derecho y representación que caracterizan a las democracias. De tal forma que, en un sistema democrático donde predominan las prácticas clientelares, su calidad democrática será baja, mientras que sucederá todo lo contrario en un sistema democrático bien desarrollado.

Tradicionalmente, los estudiosos del tema como los politólogos (Günes-Agata, Caciagli, Paul Heuwood, Jean-Louis Briquet y Fréderic Sawicki), sociólogos (Luis Roniger, Simona Piattoni) y antropólogos han debatido sobre los efectos que tienen los procesos de desarrollo socioeconómicos y democráticos en las relaciones clientelares. La idea era que esos cambios socioeconómicos traerían consigo necesariamente la casi desaparición de las prácticas clientelares. Aunque lejos de suceder esto, el clientelismo ha sido capaz de sobrevivir y se ha consolidado en las democracias modernas. El clientelismo político es uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las democracias modernas, puesto que afecta a la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes y a la calidad de la gobernanza, pues las decisiones van a estar determinadas por las lealtades partidistas.

A pesar de estas críticas, algunos autores como Boissevain (1966), Powell (1970) consideran que el clientelismo puede conducir a la modernización o al desarrollo democrático ( Audelo Cruz J. M., 2004: 130). Siendo una manera de transmitir la política, el debate a todas las capas de la sociedad, puede ser percibido como un paso adelante en términos de desarrollo político, de desarrollo democrático.

El clientelismo político es un fenómeno que tiene gran capacidad de supervivencia a los cambios socioeconómicos modernizadores, no entiende de barreras geográficas ni temporales. Así pues, lo encontramos muy presente en los países mediterráneos del sur de Europa como Grecia (bajo la forma de « rousfeti »), como Italia, Portugal o España, pero también en los países latinoamericanos como Argentina o Brasil, entre otros . 4

4. En la encrucijada de los conceptos:

El clientelismo político suele ser confundido con otros conceptos tales como la corrupción política, el nepotismo, el caciquismo. En efecto, las fronteras son borrosas y el uso es confuso.

El clientelismo político se diferencia del nepotismo, en la exclusión de la relación de parentesco que supone el nepotismo. Sin embargo, el nepotismo con la extensión de los lazos de parentesco hasta el tribalismo puede convertirse en relación de clientela (Médard J-F, 2000: 77). Del mismo modo, el clientelismo político se convierte en corrupción cuando existe una interferencia, una confusión entre relaciones de carácter privado y relaciones de carácter público. Kitschelt (2000: 853) menciona que la corrupción significa el uso de las oficinas públicas para fines privados, ya sean éstos para asuntos personales o para promover a un grupo político (Audelo Cruz, 2004: 134). Por ejemplo, cuando una persona ejerciendo un cargo público emplea dinero público para obtener una contrapartida de un individuo, es un caso de corrupción política. Las relaciones de clientelismo político suelen beneficiarse de una cierta legitimidad intrínseca de sus actores, mientras que la corrupción suele carecer de esta legitimidad. No obstante, para que una acción, una práctica sea considerada como un caso de corrupción, esta práctica debe reflejarse en las representaciones mentales de la gente y objetivarse en normas jurídicas o/y morales. Aquí se reafirma el relativismo cultural del límite entre corrupción y clientelismo político. Además, es necesario entender la dificultad de delimitación de la frontera entre corrupción y clientelismo, dado el carácter eminentemente político de la definición.

5. Véase también:

• Amiguismo
• Caciquismo
• Corrupción política
• Empoderamiento
• Evergetismo
• Nepotismo

6. Bibliografía:

Audelo Cruz J. M., Qué es el clientelismo ? Algunas claves para comprar la política en los países en vías de consolidación democrática, 2004, En: http://www.redalyc.org/pdf/417/41702404.pdf
Arriagada E., Clientelismo político y participación local, El rol de los dirigentes sociales en la articulación entre autoridades y ciudadanos en Santiago de Chile, 2013, En: https://polis.revues.org/ 9389
Auyero J. y Benzecry C., « La lógica práctica del dominio clientelista », 2016, Revista mexicana de C C P P y S o c i a l e s E n : http://www.scielo.org.mx/scielo.php? script=sci_arttext&pid=S0185-19182016000100221
Cazorla J., Del clientelismo tradicional al clientelismo de partido: evolución y características, 1992, Institut de Ciències Polítiques i Socials
Médard Jean-François, Clientélisme politique et corruption, 2000, En: http://www.persee.fr/doc/ tiers_1293-8882_2000_num_41_161_1051?q=client%C3%A9lisme
Ortiz de Rosa V., Clientelismo, territorio y política subnacional en Argentina. Aportes a partir del caso de Santiago del Estero, 2017, En: Dialnet ClientelismoTerritorioYPoliticaSubnacionalEnArgent-5906291.pdf
Soltonovich A., Clientelismo y democracia, Eunomía. Revista en Cultura de la Legalidad Nº 5, septiembre 2013 – febrero 2014, pp. 217-222 En: http://eunomia.tirant.com/?p=2251
Tafani P., Du clientélisme politique, 2005, En: https://www.cairn.info/revue-du-mauss-2005-1page-259.htm

Autores:

Imane El Hannaoui
Lazar Axel Nogué
Jose Manuel Fernández Hernández

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